domingo, 18 de octubre de 2009

Prudencia

Hay momentos en la vida en los que uno simplemente debe retirarse. A veces nos encontramos con situaciones que sólo nos llevarán a darnos cuenta de cuán solitarios estamos, de qué tan perdedores somos, aunque estemos orgullosos y levantemos nuestro caballito para celebrarlo.

Como siempre contaba Don Daniel.

Cuando lo veía sentado frente a la barra de El Mirador, siempre con su gorra café, su mirada baja, su cigarrillo sin filtro y un tequila en su mano, sabía que había hecho uso de su recurso más preciado.

La retirada decía muchas cosas de él. Especialmente porque la usaba siempre con sus mujeres. Digo sus mujeres porque, aunque nunca conocí a ninguna de las damas con las que él algún día tuvo algo que ver, bién pude haberlas dibujado con mi tiza en un papel, puesto que todos en el bar hablaban de lo lindas que eran, si. Bién en una partida de dominó o en el clásico póker de los jueves por la tarde. Con tanto bocón rondando por el bar en esos días, pude haber hecho algunos dibujos, y porqué no, hasta venderlos.

Un día de esos, en los que llegaba con su cabeza baja, me contó sobre una mujer que, por su forma de hablar sobre ella, parecía especial para él.

-A decir verdad, hijo, tuve en mi vida de aventuras pocas mujeres como ella. La buscaba cada fin de semana y cada fin de semana estaba yo con ella. Pasábamos un buen rato, bailábamos, reíamos y nos divertíamos mucho. Hasta recuerdo una vez que tuve que golpear a un tipo que la pretendía, la quería sólo para mi-

-Dios, cuántas veces había yo pensado en que era la indicada para compartir una vida completa. Digo, por la diversión de hacerlo. Por el reconocimiento que un hombre casado y de familia obtiene, si se le puede llamar así. Era una chica de casa en la semana y materia dispuesta los sábados. Me encantaba que tuviera tanta energía para mantener un apartamento a su nombre con todo lo que eso implica y que el fin de semana estuviera lista para irse a bailar por ahí. Pasar un buén rato-

-Pero hijo, creo que lo eché a perder. Me enamoré. Sabes? Nunca me había pasado algo así. Pensar en que realmente podría enderezar mi vida, dejar los bares y dedicarme a podar el césped los jueves por la mañana. Claro que no podría. Éste es el único lugar al que puedo venir a las 4 am sin tener que dar razones de mi procedencia y sin que nadie me moleste mientras fumo mi cigarrillo, pienso en mis cosas y recuerdo las noches de baile y algo más... Tarde o temprano recaería, lo sé. En algún punto de mi hipotético matrimonio, tenía yo que haber vuelto a las andadas. Y no podría permitirme darle tal decepción a esa mujer-

-Hasta que un día me presentó a un amigo suyo. Era un tipo bien parecido y bien vestido. Se veía, por su manera de hablar, que tenía estudios y era muy culto. Y se veía, también por su manera de hablar, que ella le gustaba. Aunque algunos podrían haberlo confundido con eso que algunos llaman caballerismo, no, yo sabía lo que pasaba. Fué entonces cuando me dí cuenta de mi situación. Fué cuando ví que mis cigarrillos sin filtro no iban con el traje negro de su padre, que mis tequilas no iban con el whiskey con agua que su madre tomaba y que mis pasos de baile, difícilmente podrían competir con una charla con su amigo-

-Fué entonces que tomé mi decisión. La opción que sólo uso en ciertas situaciones. Me alejé. Tomé mis cosas y salí huyendo y sin despedirme-

-Ahora sé que no fué la mejor decisión. Que podría haber tratado de cambiar o por lo menos no haber sido tan egoísta y haber hablado con ella. Pero eso sólo habría alargado la relación y su dolor cuando yo volviera a las calles. La esperanza muere al último, dicen, pero no te dicen que eso a veces es malo. Sabes? Siento a veces que me fuí como un perro con la cola entre las patas asustado por lo que pudo haber pasado-

Y empinó su cuarto tequila. Si, algunos hombres somos así, contamos nuestras penas al más familiar de la barra y elevamos nuestro vaso para brindar por nuestras malas decisiones y el no haber arriesgado sólo por el peligro de perder.

Algunos llaman a éste tipo de hombres, perdedores. Pero Don Daniel me dijo que también se les puede llamar prudentes.

2 comentarios:

Iris dijo...

De prudentes nada, los tipos como Don Daniel (o Don David???) son y serán siempre unos perdedores, y además egoístas, pues sólo piensan en ellos mismos...

Un saludo

Hector Rivera C dijo...

Es Don Daniel.

Sabes, existe una subcultura de gente dedicada a vivir la vida y a no pensar en nadie mas que en ellos mismos, todas las decisiones que toman y que no toman, las toman pensando en cómo los afectará sólo a ellos, teniendo como fin el no hacerse daño a ellos mismos.

Claro que los llamaría egoístas, aunque un par de veces me gustaría poder pensar sólo en mi y porqué no, tomar la 'decisión equivocada' para todo el mundo menos para mí.

Un saludo Anacleta.