De todas las madrugadas que me ha tocado atender la barra del Mirador, creo que ésta ha sido la mas larga. Era domingo y había llovido toda la tarde, fué una gris, de esas que 'te ponen sentimental' como reza una canción un tanto buena de por acá.
Yo había hecho un viaje de 4 horas en la mañana. Pensé en llegar al Mirador, atender un rato, e irme a dormir temprano, porque era domingo y por la lluvia, que hace que a veces la clientela escacee un poco por estos lares, que de por sí es poca..
Pero bueno, regresaba yo del lavabo cuando ví al hombre ese sentado en la barra. Su semblante era como el de cualquier otro, serio.. Limpié la barra frente a él y le ofrecí algo de tomar. -Sírvame mi tequila por favor, dijo. Yo partí el limón y se lo serví, junto con el cenicero y el salero, claro.
El hombre, como todos los que por aquí circulan, tenía en mente algo, que según su 4o 'shot' de tequila, así lo hizo entender.
-Y qué lo trae por acá, hombre? Pregunté.
-Pues, sabe amigo? Hoy sentí ganas de tomar tequila. Y ahora, frente a su barra, me acuerdo de una mujer que tuve entre mis brazos, allá cuando yo tenia mis mozos 30's, cuando era feliz, libre e indocumentado. Me gusta leer, sabe?
Yo no alcanzaba a entender mucho de lo que decía, sus palabras eran demasiado para mí. Parecía un letrado, reportero o por lo menos que había terminado la escuela primaria. Me dediqué a observarle de nuevo, quizá me había perdido de su cámara, su cuaderno de notas, su libreta de dibujo o algo parecido..
No encontré nada más que su camisa lisa y su pantalón de mezclilla azul.
-Soy un tipo común, pero poco corriente, me dijo. No tengo tantos títulos como tanto sé, pero puedo dibujarle la sonrisa de una mujer y trazarla con las palabras mas bellas que pueda alguien pronunciar.. Soy escritor de profesión.
Me interesó el tipo, aunque ya eran las 2 am y yo sin dormir.
-Hubo un tiempo en que fuí matemático, sabe? Tenía la mente más brillante de la generación. Los problemas mas difíciles en ingeniería, en física teórica, eran cosas banales para mí. Sabía que la escencia de la vida era fácilmente divisible en interminables secuencias numéricas, y por ésto no me interesaba mucho. Sabía describir la manera de actuar de una persona en papel, con números, y podía predecir su comportamiento una semana después.
El hombre, después de ésto, ya no me parecía tan interesante como antes, más bién creí que era uno de esos profesorcillos de universidad que creen que el mundo es predecible y que un orgasmo puede ser cuantificado con la raíz de PI.
-No me gradué, dejé la escuela por falta de inspiración. Hoy me da risa, sabe? Me faltaba algo que no había podido encontrar ni en los libros de la escuela, ni en la física teórica ni en las sábanas de alguna de mis compañeras.. No encontraba mi inspiración, mi Primum Movens, como decía Platón. Era un buén tipo. Probé de todo buen cantinero, fuí estudioso, fuí un buen trabajador, tratando de encontrar en lo que hacía algún tipo de bienestar.. Pero no buscaba el bienestar económico como muchos lo hacían. Conseguía dinero con mis conocimientos sobre ciencias e ingeniería, era un buen reparador, diseñaba mejoras para máquinas y analizaba comportamientos para predecir fallas en sistemas mecánicos, me gustaba mucho la física.
-También entablé muy buenas relaciones interpersonales. Hacía pruebas con personas y les hablaba bonito para conseguir lo que yo quería. Pude haber escrito algún buén libro sobre psicología o sobre relaciones humanas. Sabía lo que la gente quería, cómo lo querían y hacía que la gente me lo pidiera a mí. Así me enriquecía de distintas formas. Para mí las personas siempre fueron como marionetas que yo podía dar vida para conseguir cualquier cosa. Desde dinero y respeto, hasta buenos polvos. Y mira que fueron buenos.
-La gente me admiraba, sabe? Siempre buscaban mi consejo y respetaban mi punto de vista. Con 25 años, era uno de los chicos más experimentados con el que cualquier empresa técnica quisiera firmar un contrato.
El hombre hizo una pausa. Parecía que había llegado al punto cumbre de su disertación, que no me interesaba mucho, pues me parecía que no era él quien hablaba, sino su ego.. Le ofrecí un trago más y él lo aceptó. Llevaba media botella ya para cuado yo me di cuenta del asunto. Fuí por más limones y dejé que encendiera un cigarrillo antes de pedirle que siguiera con su relato.
-Son las 3.46 am. Me dijo el hombre. -Ya lo sé repuse, no se preocupe, yo duermo en el cuarto de atrás y mañana es Lunes, así que puede usted continuar hasta que se canse..
-Bueno pués, si así lo quiere usted. Por favor, le dije.
-A los 28, ya tenía yo mi futuro económico asegurado, con tanto contrato que había ya firmado, me alcanzaba para vivir bien hasta que cumpliera 158 años. Fué entonces que conocí a una mujer..
-Buen hombre, le interrumpí, creo que mi léxico ha mejorado desde entonces. Si alguien llega contándome de una vida espléndida y me dice que a los treinta conoció a una mujer, creo que ya sé cómo va la cosa.
El hombre sonrió.
-Sí. Ya se imaginará usted.
-Fué uno de esos seres diferentes, de los que no te enamoras fácilmente, pero que te caen tan bien, que rápido entablan amistad. Era más o menos de mi edad, aunque eso no importa. Pero nunca pude entenderla por completo, sabe?
-Tenía una mente diferente a las que yo había tratado antes, creo que por eso me llamó la atención. Era capaz de admirar la música y de disfrutar un atardecer con los pies descalzos sobre la tierra mojada. Cantaba cuando estaba feliz y bailaba si se sentía triste, era un sol lleno de luz que irradiaba alrededor y daba vida a las flores de los jardines públicos.
-Ya se imaginará de donde salió mi pasión por escribir.
-Yo siempre había sentido una afición muy poco entendida por las guitarras eléctricas, aunque nunca aprendí a tocar una. Me manejé siempre en el mundo de los negocios, la economía y la técnica, la construcción, el diseño y el mantenimiento, la psicología para tratar a empleados, jefes y a una que otra mujer que se cruzara en mi camino sin ninguna dificultad. Siempre obtenía lo que quería.
-Al principio fué como un nuevo experimento para mí. La veía como a cualquier mujer nueva, todo el mundo que ofrecía y la oportunidad de cambiar lo que no me gustara y ver como reaccionaba.
El hombre hacía largas pausas, y el cielo parecía empezar a clarear.
-Pero ésta vez no fué así, sabe? Mis largas desveladas abrazado de numeros y hojas de papel no me sirvieron de mucho ésa vez.. Toda mi experiencia en construcción, en técnicas de mantenimiento y en psicología tampoco. Ella era tan diferente, que cuando se sentía triste, sonreía y era feliz por sí sola. Tenía ciertos poderes mágicos para cambiar a las personas a su alrededor de un estado monótono, aburrido y predecible hacia un estado de felicidad y espontaneidad que yo nunca había pensado siquiera que pudieran tener. Siempre sacaba lo mejor de las personas, y todo el mundo le quería.
-Incluso yo, me dijo. Me agradaba mucho, creo que hasta me gustaba. Sentía por ella una atracción tan natural que no podía esconderla a veces. La invitaba a salir y de mis galanterías de hombre coqueto ninguna sirvió para hacerla a mi manera, para cambiar su manera de ser, ni siquiera para que tomara el tenedor con la otra mano. Era algo tan raro, tan diferente, que me hechizaba.
-Me enseñó el surrealismo de lienzos de tela decorados con acuarelas y de óleos. Me enseñó a admirar un buen timbre de voz, un par de líneas en verso bien escritas y toda una obra de arte en papel. Dibujaba. Era una artista. Llamaba mi atención porque yo sabía que no podía hacer lo que ella hacía, era la única persona que representba un reto para mi entender, o siquiera seguir la pista.. Tenía una muñeca derecha con movimientos tan naturales, que incluso dormida, podía dibujar un árbol de manzanas con tal realismo que si colgabas el dibujo en la pared, con toda certeza alguna manzana aparecería en el suelo por la mañana..
Cuando me dí cuenta de la hora, quise detenerle y echarle para poder dormir, pero su plática había dado un giro un tanto inesperado, y la verdad me sentí curioso sobre la nueva mujer que al parecer había cambiado la vida de éste mal juzgado 'profesorcillo'.
-Y fué entonces cuando no traté más de cambiarla, aparte porque no pude, porque era ella pura y original en su manera más natural. Me resigné a aceptarla y admirarla por todo lo que representaba, porque era diferente y tan especial que podía decir que era la única persona en ese tiempo que yo admiraba o sentía consideración. Empecé a ser un poco menos duro. Comencé a sacar mis sentimientos y a plasmarlos en papel primero, luego hice un par de dibujos que por cierto no fueron muy buenos y también unas pinturas, donde reflejaba yo episodios de mi vida de los que nunca había hablado y hasta creí olvidados, episodios de mi relación con mis padres, de la manera en que yo me veía respecto de las otras personas, una mente un poco diferente entre tanta cotidianeidad. Fueron buenas, aunque lo que más me gustaba eran esos versos donde le cantaba a la felicidad y a la mujer que había sacado lo mejor de mí.
Yo estaba admirado ante la plática de aquél hombre, que ya se había acabado la botella completa, media docena de limones y que aún seguía fumando como si tuviera plática para un par de días más. Pero entonces, el hombre rió.
-Sabe porque hice varias pausas mientras le contaba todo esto?
No, le dije. Me contará o lo pondrá en un buen verso para que yo no lo entienda?
-No, hombre, es sólo que fué una historia inventada.
Pero, cómo? No existió tal mujer?
-Hubo una, sí. Y me cambió en mi manera de ser, aunque yo no soy en realidad un genio de la física teórica ni cosas por el estilo. Soy un contador público. Me gano la vida trabajando para el gobierno y mantengo un perfil bajo siempre.
Entonces, qué hay de ésa mujer de su historia?
-Se trata de mi esposa, es la mujer más especial que he conocido y le gusta dibujar, no es una profesional, pero hace buenos retratos, sabe? Yo me hice aprendiz de poeta por culpa de ella, y lo que hoy me trajo aquí, no fué la tristeza de contar una historia inventada sobre mí mismo en la que soy una persona más reconocida, sino que hoy me acordé sobre unos versos de Benedetti que se llaman Amor de tarde.
Como verá, yo siempre fuí dueño de la barra, y le puedo recitar una buena prosa sobre El Mirador, pero de ése Benedetti que usted menciona, no sé mucho. Qué con los versos?
-Fuí a leerlos a la biblioteca y entre tanto y tanto cogí el periódico y me dí cuenta de que hoy falleció. Vine a tomarme un par de tequilas a su salud y a recordar esos bonitos versos de Amor de tarde. Creí que a él le gustaría escuchar una historia de cómo el arte puede cambiar una vida.
Bueno amigo, menuda historia la que se inventó eeh, la empezaba yo a creer ya. -El hombre volvió a reir, se puso de pié y se dirigió a la salida, donde se detuvo, se volvió como si quisiera decir algo que no salió de su boca. Se fué.
Yo guardé la botella vacía, tiré los limones usados y guardé el salero. Limpié la barra y me dirigí a la puerta para cerrarla. Salí por la parte de atrás y me metí en mi cuarto para dormir.
Pero no pude dormir, me senté en mi escritorio, abrí la ventana, tomé papel y comencé a escribir..
lunes, 18 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Me pregunto que hacías fuera de la cama a esas horas... Pero creo que bien valió la pena ;)
me gustó mucho... Una oda a un gran escritor... Besos.. =) Marce
Alguna vez te comenté que ese era mi poema favorito de Benedetti? Y creo que hiciste también un gran trabajo, tampoco recuerdo si alguna vez te lo comenté.
'Ella era tan diferente, que cuando se sentía triste, sonreía y era feliz por sí sola. Tenía ciertos poderes mágicos para cambiar a las personas a su alrededor de un estado monótono, aburrido y predecible hacia un estado de felicidad y espontaneidad que yo nunca había pensado siquiera que pudieran tener. Siempre sacaba lo mejor de las personas, y todo el mundo le quería.' Hermoso :)
Publicar un comentario